¡Que suene la cesta!

Quedan 2´10´´ para el final. Dos abajo. Hay que jugársela desde la línea de 6.25. Una de "tres" nos llevaría a la gloria... Flexiono, armo el brazo, me levanto y a dejar que suene la cesta. Tengo la muñeca tonta. Reflexiones acerca del deporte rey. Por mí.

5/07/2007

Tú nunca caminarás sólo, por mi compañero Manuel Jabois

Hace falta que un locutor los tenga muy bien puestos para que del Liverpool-Chelsea (una semifinal de la Copa de Europa como Dios manda, con el You´ll never walk alone atronando en Anfield nada más acabar los penaltis y poniéndonos a todos la carne de gallina) recordemos los aficionados horas después la paliza a la que Antena 3 sometió a los espectadores con su Cambio Radical, con el que debió soñar hasta el árbitro. El método no es nuevo, pero hasta ahora las cadenas lo llevaban con cierta pulcritud. Se decía un par de veces eso de que al término del partido la cadena les deja con un peliculón, y si te he visto no me acuerdo: Van Damme repartiendo cera, pongo por caso. Pero en el extásis del partido, Manu Sánchez tiró de manual con esos insufribles jueguecitos de palabras a los que nos tiene acostumbrados Antena 3. Comenzó suave, arrimándose al toro y oteando al tendido: después de la semifinal, telebasura a mazo, decía. Pero luego cogió confianza y media España le deseó una afonía y la otra mitad, menos compasiva, el paredón. “Puede que el Chelsea le dé un cambio radical al partido, y a propósito de cambio radical os recordamos...”, dijo el muy torero. “Ha salido Xabi Alonso, y quizás con él el Liverpool ofrezca un cambio radical, como el que precisamente Antena 3...”, se animó ya, desatándose la corbata. Y luego, cuando consiguió sacarnos del partido, hasta se le echó de menos. “Menudo cambio radical de juego acaba de hacer Gerrard”, pensamos todos. “Mourinho está preparando en la banda dos cambios radicales”, sugerimos. “Fíjense en los coloretes de Benítez, ¿no creen que necesita un cambio radical?”. "¡Y menudas patas de gallo tiene Robbie Fowler: qué asco!”, dijimos indignados. Fue tanta la pastilla que dio que en alguna imagen se veía a los compañeros de los medios extranjeros mirándolo alucinados. Sólo faltó que al acabar, en lugar de Manu Sánchez enfocasen a un tipo que podría haber sido en otro tiempo Manu Sánchez, teñido y musculado, como un He-Man de plástico: “Y esto ha sido todo por hoy”. Pero no, no fue todo: cuando se despidió Manu y apareció Teresa Viejo en la pantalla, tratando de disfrazar con su sonrisa postiza el fracaso estrepitoso de su estercolero, al que ya han cambiado de domingo a miércoles, todavía Mourinho debía deambular por el campo buscando el consuelo de los suyos. José Mourinho: un espectáculo en sí mismo. El entrenador-vedette que llena estadios y excita aficiones con su arrogancia. Si el mundo de la televisión tuviese un poco de lógica estaría Mourinho presentando Cambio Radical y Teresa Viejo entrenando al Chelsea. Ciego por la soberbia, al portugués no se le ocurrió decir otra cosa en la sala de prensa que su equipo había sido mejor durante el partido. Lo dijo, por supuesto, con el mismo convencimiento con el que Manu Sánchez animaba a la audiencia a cambiar el You´ll never walk alone de Anfield Road por una rinoplastia. Qué dos.