Primer punto. ¿De inflexión?

El carioca Wagner Leite parece haber firmado un pacto con la gloria. De sus botas salió el tanto que valió un ascenso y de nuevo del interior de su 37 y medio salió otro gol que vale un punto, el primero de los pontevedreses en la mejor liga del mundo. Moría el envite, arriesgó Tomás de Dios con portero-jugador en pista y se llevó el especial: un punto que, teniendo en cuenta el caché del enemigo de ayer y la imagen que volvió a causar el colectivo, da alas para medirse con el líder y vigente campeón en seis días.
En un duelo trepidante y con numerosas ocasiones para los dos conjuntos, el porcentaje de acierto visitante durante el primer acto hizo mucho daño a los muchachos de Tomás de Dios. Saad adelantó al Móstoles en el minuto 4 con un golazo: sentó a Pitu y con su pierna mala, la derecha, puso el esférico en la escuadra.
Pese a la desventaja en el marcador, el Leis no se amilanó. Con el balón en los pies se sintió seguro y se fue a por la igualada. La tuvo Pitu con un disparo que despejó Jesús a córner y la obró Carlos Alberto con una acción individual marca de la casa. Recogió en tres cuartos, sentó a su par y con la zurda zapateó para que el cuero pegase en la madera y se introdujese posteriormente en la red. Con el 1-1 en el marcador, intercambio de ‘hostilidades’: tuvo David el 2-1 en el 15, aunque en el momento de encarar a Jesús fue derribado por Borja. Amarilla, poco castigo y enfado general. Antes del descanso, una acción desgraciada puso por delante a los visitantes. Ejecutó Seco y el cuero rebotó en la pierna de Alexandre despistando a Marimón.
En la reanudación, una salida en tromba del Leis acorraló al Móstoles. Róber no fue capaz de perforar la meta rival y Juve, tras una gran acción individual, cruzó demasiado. En pleno acoso y derribo, el visitante Borja logró el 1-3 tras un error defensivo de Pitu. David volvió a meter al Leis en la pelea al marcar el 2-3 en un mano a mano y Wagner rubricó las tablas. En el último minuto, el Móstoles dispuso de una clara ocasión para llevarse el gato al agua.

Por César Méndez (Diario de Pontevedra)