¡Que suene la cesta!

Quedan 2´10´´ para el final. Dos abajo. Hay que jugársela desde la línea de 6.25. Una de "tres" nos llevaría a la gloria... Flexiono, armo el brazo, me levanto y a dejar que suene la cesta. Tengo la muñeca tonta. Reflexiones acerca del deporte rey. Por mí.

10/04/2006

La campeona era un hombre

La noticia no es nueva pero ayer apareció en las agencias y la pregunta y en las redacciones de medio mundo hubo quien se preguntó. “¿Quién carajo es Heidi Krieger?”. La señora, que ya no es tal porque ahora se llama Andreas Krieger –cambió su sexo– compareció el otro día en un programa de la televisión ateniense Anntena dentro del marco de un debate sobre dopaje en el atletismo y el referido personaje nacido en la desaparecida República Democrática de Alemania (RDA) tuvo su hora de gloria, para deleite de morbosos. Andreas, que en sus tiempos como Heidi destacó en la prueba de lanzamiento de peso, fue una víctima más de las miles que sucumbieron a las garras del dopaje en un país que hizo de los valores deportivos una poderosa herramienta política hasta el punto de anular cualquier valor ético y moral. El tal Andreas, que en 1998 se sometió a una operación de cambio de sexo –también de senos y de ovarios– participó en el programa ‘Vale la pena verlo’ cuyo principal y casi único argumento fue el del dopaje y sus efectos. Andreas llegó al plató acompañado de su esposa Hute, con la que está felizmente casado desde 2002. Tomados de la mano, explicaron cómo su amor nació en la antesala de un tribunal alemán que juzgaba los casos de dopaje ocurridos en la Alemania del Este. Andreas Krieger, que había sido campeona júnior de peso como Heidi en 1986, reveló cómo a los 14 años soñaba, como tantos otros jóvenes de su país, en convertirse en una estrella del atletismo y que por ese mismo motivo ingresó en la Escuela del Deporte de Berlín. Fue en ese lugar donde comenzaron las prácticas dopantes de manera abusiva y sistemática. El único propósito era mejorar su rendimiento deportivo pero, para eso, era necesario recuperarse más rápidamente del cansancio de los entrenamientos. Llegaron a controlar sus menstruaciones. A los 16 años comenzó a recibir pastillas azules que sus entrenadores y médicos le entregaban. En apenas seis meses, sus músculos se desarrollaron extraordinariamente “me parecía cada vez más al muñeco de Michelin”, recuerda. Crecieron sus hombros y sus piernas, le salió pelo en la cara y en el pecho y su voz se hizo más grave. Heidi se fue convirtiendo poco a poco en un hombre. En 1991, acosada por dolores insoportables en el pecho, las caderas y la espalda, tuvo que retirarse. Ahí se inició un nuevo calvario. Heidi Krieger, ahora Andreas, explicó todas esas cosas y otras más, para deleite de la audiencia. Hute, mientras tanto, narró cómo la hija de su primer matrimonio –Karol, a la que se presentó en un vídeo– mantenía una excelente relación con su actual padrastro. La pareja se declaró feliz pese a saber que no podrán tener nunca hijos.
Por Carlos R. Galindo