¡Que suene la cesta!

Quedan 2´10´´ para el final. Dos abajo. Hay que jugársela desde la línea de 6.25. Una de "tres" nos llevaría a la gloria... Flexiono, armo el brazo, me levanto y a dejar que suene la cesta. Tengo la muñeca tonta. Reflexiones acerca del deporte rey. Por mí.

10/21/2006

El 'forofeo' de Calderón y la apuesta por el 'ex fútbol' de Capello animan al madridismo (Por Javi Matallanas)

“¡Vamos a ganar al Barça, vamos a ganar la Liga, somos los mejores, la mejor plantilla del mundo, somos unos campeones, no hay equipo que nos pueda ganar...!” ¡Toma ya! Ha bastado un partido bueno del Real Madrid en Bucarest y uno flojo del Barça en Londres para que Ramón Calderón se reencarne en Ramón Mendoza y se líe la manta a la cabeza, se cuelgue la bufanda del Real Madrid y ponga salsa al clásico del fútbol español de mañana. Leyendo (en ‘Marca’) y escuchando (en Punto Radio) al presidente madridista nos hemos remontado a hace varios lustros y hemos visto aquel genial presidente, también de pelo cano, pero con melena descarada, sin amagar botando con los Ultras Sur en el aeropuerto de Barajas a su llegada del puente aéreo tras vencer al Barcelona. El fútbol es exageración, es imprevisible, es el deporte que más demuestra aquello que canta Serrat de que “es caprichoso el azar”.Con ese Ramón Calderón eufórico, arengando a su plantilla, abandonando la falsa modestia, con ese presidente del Real Madrid recuperando las esencias castizas se ha echado en falta desde Madrid que Laporta se suelte y evoque a Joan Gaspart, a ese forofo de los palcos por antonomasia, y se descuelgue ante los micrófonos con un “somos la octava maravilla del mundo y lo del Chelsea es un tropiezo pequeñín”. Desde la capital se han recibido bien, con simpatía, las declaraciones, mejor dicho, que hiciera público lo que les dijo a sus jugadores. Las comparaciones con Florentino Pérez han sido inevitables, pero si el anterior presidente hubiese declarado algo similar durante su mandato le habríamos dado como una estera por prepotente y chulo. Pero Calderón parece que hace más gracia y sus escenas en el palco del Steaua celebrando el gol como un forofo, a lo Gaspart, vaya, y su pacto de sangre, juntando muñeca con muñeca, con el presidente del Steaua, se han acogido con cariño y se han recibido con ganas, viendo a un Jesús Gil en potencia, un presidente de la vieja guardia de esos que te dan portadas de periódico, declaraciones polémicas con las que tirar y vender una semana.Pero al margen de estas sabrosas declaraciones de Calderón, es cierto que han bastado los partidos de Champions para que desde Madrid se cambien radicalmente las sensaciones hacia el clásico. Los madridistas pensaban hace una semana, tras el pésimo partido que se marcó su equipo en Getafe, que al Barça les pasaría por encima mañana, pero después del 1-4 al Steaua y de la derrota del Barça por la mínima ante el Chelsea, es cierto que se palpa en los mentideros madridistas un clima de euforia, una convicción de que el Real Madrid puede ganar mañana. Todo se basa en la claudicación de Capello a su fútbol y su repentina apuesta por el toque, por el ex fútbol que él criticaba, con la aparición en el equipo del denostado Robinho, que no había hecho nada más que calentar banquillo hasta su titularidad en Bucarest. Sospechosa también es la titularidad del defenestrado Helguera, al que le quitaron hasta el dorsal y ahora se erige como mariscal, y la alineación de Sergio Ramos en el lateral derecho también da que pensar cuando Capello no había querido hacer caso a los consejos de Mijatovic y había preferido a Mejía en una demarcación donde Ramos ha jugado en el Sevilla y juega en la selección española. A ver si Capello aguanta mañana el tirón o prefiere jugarle al Barcelona a lo Mourinho.